El Carnaval de Águilas, con más de 200 años de historia, fue declarado en Enero de 2015 como Fiesta de Interés Turístico Internacional.

Comienza un jueves con la Suelta de la Mussona, continúa la noche del sábado con la Batalla entre Don Carnal y Doña Cuaresma y el Pregón y se inicia una fiesta multitudinaria, que finalizará oficiosamente el sábado siguiente con la Quema de Don Carnal, y oficialmente 2 sábados después con el Certamen de Chirigotas.

 

En sus más de dos semanas de duración, se suceden grandiosos desfiles de peñas, comparsas y carrozas, donde la música, el jolgorio y la alegría se mezclan en un ambiente difícil de describir, con los “Cascarones” y la "Cuerva”, que es la bebida típica de nuestra fiesta, como elementos tradicionales. Un gran cocktail de emociones, capaz de animar hasta al carácter más introvertido, haciendo que el foráneo se sienta aguileño por unos días, porque si algo caracteriza a esta población es la enorme hospitalidad de sus gentes.

 

En cuanto a sus orígenes, si nos remontamos a la antigüedad de testimonios gráficos, tenemos fotos de principio de siglo, en concreto de 1903; pero el testimonio oral nos llevaría al primer tercio del siglo XIX.

 

Las fuentes históricas nos conducen a la fundación de la ciudad de Águilas en época del Rey Carlos III, siglo XVIII, cuando eran celebres los festejos de carnaval que se celebraron en su Corte de Madrid y en el resto de España, que fueron recogidos por Baroja en sus escrito referidos al Carnaval. Desde entonces, esta celebración ha continuado ininterrumpidamente hasta nuestros días.

 

Imagen de 1953. Matías "el del Ocaso" y sus amigos disfrazados de los personajes de la película "El último Cuplé", interpretada por Sara Montiel.

 

Pero desde el punto de vista antropológico, nuestra mente puede volar a través de los siglos en pos de la celebración de rituales y fiestas entroncadas con el Carnaval, que nos llevarían al mundo Íbero-Romano con las Saturnales, las Lupernalias, y las fiestas en honor a Jano, (Dios éste por el que recibe nombre el mes de enero), e incluso nos remontaríamos a rituales más antiguos. De esta afirmación, aunque de difícil demostración histórica, sí que poseemos indicios antropológicos que nos permiten aventurar estas hipótesis. Para ello contamos con la supervivencia de ciertos ritos y símbolos reflejado en el libro "Historia y Cultura de los Carnavales de Águilas" coordinado por Lorenzo Antonio Hernández Pallarés y editado por el Ayuntamiento de Águilas.

 

Con respecto a analizar qué periodo de tiempo es el que abarca, opino que la definición del diccionario histórico de la Lengua Española es muy restrictivo al considerar el Carnaval como "el periodo de los tres días que preceden al Miércoles de Ceniza", definición que no es aceptable desde el punto de vista del estudio del folklore. Consideramos que su comienzo estaría en torno a San Antón, por estas tierras el refrán que campea y que es repetido por las comadres del lugar es el de "Hasta San Antón Pascuas son", y es que San Antón es considerado como el fin de la Pascua. De hecho se ve de mal gusto y está casi prohibido por la tradición el cantar canciones "de Pascua" después de esta fecha, y ya sólo se podrán reiniciar estos cánticos hacia primeros de diciembre cuando comience el calendario de Pascua. No debemos de olvidar que los refranes son parte de la cultura popular y que enseñaban a nuestros antepasados a pensar y a actuar, y junto con romances, canciones y cuentos constituyen un magnifico testigo para la antropología cultural. Era tal la veneración por San Antón que encontramos en las faldas del Castillo de Tébar, adosado al Caserío de los Alcántara una ermita del siglo XVI bajo la advocación de este Santo, en ella todos los años en fechas próximas al 17 de Enero se celebraban fiestas en su honor.

Imagen de 1960. Ángel Ferrer, Lola de Bayona, María Teresa y Pili.

 

Es interesante el comparar las 11 prácticas carnavalescas apuntadas por Caro Baroja en su libro "El Carnaval" y que de una u otra forma se presentan en el Carnaval de Águilas y otras 3 que se han añadido en el libro referido al Carnaval de Águilas, lo cual nos da un total de 14 prácticas Carnavalescas.

 

Entre todos ellas, una de las más emblemáticas y que pervive hasta nuestros días es la costumbre de utilizar los cascarones de huevo rellenos de papelillos que se rompen en las cabezas de vecinos y amigos. Esta misma costumbre pervive en la tradición oral de varios cuentos maravillosos que narrados en nuestro área geográfica, como son: "La flor del lilola", "La princesa encantada", etc. Todos ellos conectan con el uso de cascarones de huevo como objeto mágico que permite desencantar o matar al ogro, en definitiva el abrirnos la puerta a otro mundo, el nacer a otra vida, el renacer en un mundo nuevo, que sería retomado en la tradición cristiana y medieval en el tema de la Cuaresma y del huevo de pascua del domingo de Resurrección.

 

Esta costumbre también tiene raíces en la antigüedad clásica, ya que en las fiestas en honor de Isis también se rellenaban cascarones con polvo de oro y piedras preciosas. También hay referencias a ciertas costumbres con huevos de azar durante los Carnavales madrileños del siglo XVI.

 

Otra supervivencia del Carnaval de Águilas es la quema de Peleles que pervivió hasta los años cincuenta con la costumbre de la quema del Judas, actualmente resucitada con la quema de Don Carnal. Costumbres éstas que se encuentran en el mundo Medieval y anteriormente en las culturas de Oriente Medio, sobre todo con los Acadios.

 

Otros de los rasgos recuperados de la antigüedad lo encontramos en la diputación del Garrobillo con la celebración de la fiesta del Inocente que tiene raíces en la fiesta de locos medievales, en las del Rey de la Faba, los Obispillos de Inocentes, el Mazarrón, etc. Todas ellas entroncadas en las Saturnales romanas, en las que se elegía un rey entre los esclavos para que durante la fiesta gobernara la ciudad.

La figura de "los mamarrachos", que son típicas de nuestras mascaradas y, que disfrazados de cualquier cosa y con cualquier objeto, encarnan personajes llenos de sátira y que ocultan su personalidad, siguen siendo los reyes del Carnaval de la noche y es donde se ve claramente las huellas de nuestro pasado mediterráneo y de sus grandes mascaradas.

 

Por último, nos referimos a "la Mussona", representación de una fiera inhumana, especie de hombre-oso, emparejado con un ser humano primitivo, ambos ataviados con estopa de esparto. El hombre llevaba un pandero en la mano y la cara tiznada de negro y "la bestia" o sea "la Mussona" con un largo rabo bailaba al son de este pandero de piel y, gruñía a los niños o a las mozas, mientras hacía gestos obscenos y les remangaba las faldas o les perseguía. Sólo hay paralelismo de esta figura arquetípica, en el "Oso de Carnaval" que se viste con musgo y paja en algunos pueblos de la zona de Europa Central y de la que se encuentran referencias escritas durante el siglo XVII, aunque actualmente pervive una de estas escenas de hombre-oso asociada al Carnaval en una pequeña localidad del sur de Italia. Es curioso que si hacemos un análisis etimológico de esta peculiar palabra, vemos que puede derivar del latín bajo la acepción "Musso" que significa hablar entre dientes o zumbar, justo lo mismo que hace el personaje arquetípico y prototípico de nuestras fiestas. Lo que nos daría idea de la antigüedad y pervivencia de esta "joya antropológica".

Vemos pues múltiples argumentos para sentirnos plenamente satisfechos de las raíces históricas y culturales de nuestro Carnaval, que se ha convertido con el paso de los años en la fiesta reina de nuestro calendario festivo anual.


*Imágenes obtenidas del libro "Historia y Cultura de los Carnavales de Águilas", publicado en Febrero de 1995.